miércoles, 15 de abril de 2009

GEFREMA

GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) es una asociación dedicada a la investigación, divulgación y conservación del patrimonio histórico relacionado con la Guerra Civil Española en el ámbito de la Comunidad de Madrid.

En su interesante página web hay un taller de microrelatos organizado por mi amigo y compañero de equipo Fernando J. López Monterrubio. De él es el siguiente escrito que se puede leer junto a varios más en la dirección http://www.gefrema.org/microrelatos/ejercicio1.htm:


TÚ, FILOMENO

Siempre te consideraste alguien distinto a los demás. Como un ser dotado de la clarividencia divina. Lo creías ver reflejado a través de tus ideas, lo querías plasmar en tus discursos, mediante tus palabras rebuscadas, que gozaban de una musicalidad propia de tu apellido. Música. Filomeno Música era tu nombre. Curioso y desconcertante al mismo tiempo.

Cuando supiste de José Antonio Primo de Rivera y de lo que pregonaba quedaste enseguida prendado; al parecer habías reconocido la verdad en la doctrina de aquel prohombre, de aquel iluminado hijo de general golpista; habías encontrado alguien que se asemejaba a ti. Le buscaste y le hallaste. Fuiste uno de sus primeros acólitos. Te hiciste confeccionar una camisa azul en una de las mejores sastrerías de Madrid y le acompañaste en sus actos capitalinos, colaboraste con plena disposición, incluso te viste involucrado en algún que otro jaleo con las izquierdas donde hubo algún que otro disparo. Lo hiciste sin pestañear, como un buen soldado. La disciplina era una de tus características. Te la impusiste desde el principio, decías que era fundamental en la vida de uno. Tú la llevaste a rajatabla. Aún dudo que te sirviera de algo.

Como todo el mundo en esos días, estabas nervioso, alterado. Se mascaba lo que iba a suceder, lo que unos y otros andaban buscando con encono desde hacía tiempo. Tú te habías posicionado y estabas a la espera de órdenes, dispuesto a actuar.

Con aquel calor de julio llegaron las noticias procedentes de Marruecos de que los militares se habían sublevado. Ya estaba todo el pescado vendido. Al día siguiente la llama prendió en las grandes plazas: Barcelona, Sevilla, Zaragoza… Madrid quedó a la espera. Por lo demás, noticias contradictorias de dónde había triunfado el alzamiento y dónde no. Tú desapareciste.

Los acontecimientos se desencadenaron el lunes. El cuartel de la Montaña fue el epicentro de la lucha. Y tú no estuviste allí. No sé si tus camaradas te echaron de menos, no debió darles tiempo. Y menos cuando irrumpieron en el edificio las coléricas jaurías sedientas de sangre y venganza. La alfombra de cadáveres que se extendió en el patio y las crujías del edificio no fue bordada con tu tejido de carne y hueso.

¿Dónde estabas Filomeno? ¿Dónde te habías metido? Tus camaradas acosados entre los muros de un viejo acuartelamiento y tú desaparecido. Tu disciplina, ausente. Tus ideas, mancilladas por ti mismo. La puesta en práctica de la doctrina, fuegos de artificio.

Alguien creyó ver tu figura espigada y quijotesca entre la muchedumbre. No vestías tu camisa azul impoluta; al contrario, vestías un mono y unas alpargatas. Gritabas consignas jamás reclamadas por tu boca; llevabas un Máuser, ariete de nuevas ideas. Fuiste arrastrado con la marea humana hasta las inmediaciones de la Plaza de España, y allí, desde un talud, te apostaste y disparaste contra el ladrillo milite. Música de descarga y olor a pólvora por todos lados. Tú sonreías.

¿Qué te sucedió Filomeno?

Fernando J. López

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